lunes, 31 de octubre de 2011

Domesticar


Esta entrada va plenamente dedicada a mi hermana menor, Laura, con la que me llevo once años y que ya va por los ocho. Por esa personilla que me hizo tan difícil venirme a vivir a Valencia y en la que tanto me vuelco para ayudarla a crecer convirtiéndose poco a poco en una gran persona. Tan sólo como anécdota, Laura fue un bebé con quien me llevé fatal (supongo que por celos cuando interrumpió en mi vida y por lo poco que me pueden hacer gracia los niños irracionales) pero con quien intenté hacer las paces al darme cuenta que mis brazos eran los únicos de casa en los que no se sentía bien. Después de eso y con todo mi empeño, nuestra relación fue a mejor hasta que he llegado a enamorarme de ella como hermana y amiga, y sé que ella comparte ese sentimiento, un vínculo muy intenso, por las veces que no ha podido aguantar llorar cuando me vengo a estudiar o cuando hablamos por teléfono desde la distancia y las veces que su vocecita me ha hecho llorar a mí.


En este retrato se la ve de espaldas  en el suelo de mi habitación no hace más de dos semanas cuando, después de estar más de cinco horas jugando, le quité mi vieja Game Boy Advance, con la que juega a pesar de tener consolas más nuevas, para que descansase la vista un rato. Ella más que enfadarse, se puso triste por no poder seguir jugando y por verme algo enojada, luego se echó al suelo como la vemos aquí.
Para mí, a demás de parecerme una imagen preciosa, es muy significativo ya que ilustra nuestra relación, ese amor que nos tenemos a pesar de tener pequeñas discusiones.
Para terminar dejo una fragmento de “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, en el que el protagonista se despide de su zorro, que me parece bastante apropiado al haber hablado de mi relación con la pequeña y de cómo cuidándola se ha convertido en alguien indispensable para mí:



"Y cuando se aproximó la hora de la partida:
- Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara…
- Sí – dijo el zorro.
- ¡Pero vas a llorar! – dijo el principito.
- Sí – dijo el zorro.
- Entonces, no ganas nada.
- Gano –dijo el zorro – por el color del color del trigo.
Luego agregó:
- Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún – les dijo -. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías – continuó -. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa que he regado. Puesto que es ella la rosa que puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa que abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
- Adiós – dijo.
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo. "

2 comentarios:

  1. Cris.Tribbiani, no puedes imaginar lo que ha supuesto para mí volver a leer este pasaje del zorro de El Principito. Es una preciosa entrada y un magnífico homenaje. Un consejo: debes guardarlo para tu hermana y enseñárselo cuando sea algo mayor. Es una preciosidad.

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